El marchista Jefferson Pérez obtuvo en Atlanta 96 la primera y única medalla del Ecuador en una competencia olímpica. Este cuencano que en sus inicios vendía periódicos, dio a los ecuatorianos una lección de superación.
Por ello la Hinchada Comenta rinde un pequeño homenaje a uno de los mas grandes atletas del país, haciendo un recuento desde los inicios del "cuencano de oro" hasta sus consagraciones.
Me acuerdo como si hubiese sido ayer...
ResponderEliminarYo, primera persona del singular, me había quedado a ruquear en la casa de mi abuelo por las vacaciones de la escuelita donde mi súper yo, estudiaba. recuerdo que la noche anterior nos habíamos acostado bien tarde por que nos habíamos quedado viendo Eduardo manos de tijera x tv cable (una novedad más de la época) al otro día mi abuelo que se iba a trabajar al invernadero de rosas que tenía, me mueve las sabanas, pone la tele de la sala en on y me dice que le comente sobre la carrera, que allí iba a participar un ecuatoriano jovencito es decir un werever todavía, ya que por esas fechas el único ídolo del pueblo se llamaba Rolando Vera Rodas un mansito que había ganado la San Silvestre y considerado por la prensa serrana como la última coca cola del desierto tanto o más que Andrés Gómez, del cual se oía hablar bien poco, como en la sierra hace un frio de puta madre, despertarse allí temprano es un pecado capital, es tan feo como bañarse o despertar a lado de una grilla, me quedo bien ruco un rato y me despierto por los gritos de un veterano que gritaba desesperado, algo nunca antes visto, no entendía nada, solo escuchaba la canción de ecuador, los gritos del veterano y un tipo liderando la carrera un man bien flaquito con cara de ecuatoriano, de fondo el Teleamazonas..Zonas..zonas, no sabía que carajos pasaba, apenas podía abrir los ojos, Jefferson cruza la meta y yo como si no fuese la gran cosa, no festejo ni nada, no sé qué pasa por que la verdad no sabía que chucha habíamos ganado para que se ponga eufórica la gente del barrio a las 7 y pico de la mañana. tal vez de haber tenido más edad, hubiera llorado como cuando clasificamos por primera vez al mundial, pero no, lo tomé tranquilo y se lo comenté a mi abuelo que incrédulo no lo creía, fui parte de un suceso histórico que lo tomé de la peor manera, sin emocionarme como debía. Pero cuando reviso el video se me pone la piel de gallina me basta y me sobra para sentirme orgulloso de esta patria que me da poco pero me emociona de vez en cuando y me hace tan feliz que lloro, no me acostumbra al triunfo diario si no al de una sola vez y nunca más dentro de mucho, porque opino y pienso que de tanto disfrutar los triunfos me aburriría, me sería indiferente o me olvidaría de cuál fue el mejor. no digo que no hay que tener más emociones, que vengan emociones así y sacudan nuestras vidas.